El sufrimiento: ese dolor rancio, inútil y… evitable

La primera es el sentido suyo sobre cuál es su responsabilidad, lo que le lleva a meterse en el sufrimiento del otro, a asumirlo como cierto y como propio, en la creencia de que no es buen profesional si no lo hace así. Todo lo contrario de mí misma, pues mi sentido de responsabilidad me lleva precisamente a quedarme emocionalmente al margen del sufrimiento del otro, a contemplarlo sin hacerlo mío, para mantener la cabeza fría y todas mis herramientas afiladas y prestas para intervenir.
La segunda dificultad importante en el enfoque de mi amiga es la percepción que ella misma, como persona, tiene acerca del sufrimiento. Lo considera como algo inevitable en la vida, algo con lo que hay que convivir y a lo que hay que resignarse (para profundizar en el dramático significado de la palabra resignación, ver el post en este mismo blog titulado «Aceptar no es resignarse»); o este otro: «La cuestión de la aceptación en coaching».
El dolor es más automático y menos soslayable, es la primera reacción ante una herida (real o percibida), ante una amenaza, ante una circunstancia sorpresiva que nos descoloca, ante una pérdida. El dolor es un avisador de que nos han “tocado” (como en las guerras de barcos que jugábamos de chiquillos), y de que hay que tomar medidas para defendernos, o para deshacer el entuerto, o para lo que sea menester.
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Afrontamiento activo positivo: calibro la situación y decido en qué ámbitos y en qué medida puedo razonablemente actuar. Aquello que, sin embargo, percibo fuera de mi control, decido aceptarlo y convivir con ello. Si tengo que perdonar, perdono.
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Afrontamiento activo negativo: intento controlar todo, esté o no esté dentro de mi área de influencia. Con ello me estrello contra unas cuantas paredes, rumio y rumio, me agoto y me debilito. Si para volver a estar tranquilo y feliz debiera además perdonar, voy y no perdono. Y ya tenemos el dolor transformado en sufrimiento.
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Afrontamiento pasivo: me instalo en el dolor, que al enranciarse se transforma en sufrimiento. Si toca, además, opto por caer en el resentimiento (re-sentir lo mismo malo una y otra vez), emoción en la que, señores, siempre se sufre. De nuevo, sin darnos cuenta, el dolor ha cambiado su nombre por el de sufrimiento.
Así que podemos también elegir no estar.
– Re-plantearnos la ambición de pretender influir más de lo que esté en nuestra mano.
– Re-plantearnos esa sensación de víctima sin posibilidad de actuación que nos toca de cuando en cuando.
– Quizás esperar menos –por no decir nada- de los demás. De ese modo, todo lo que recibamos que nos agrade será un regalo y habrá menos sorpresas dolorosas.
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Maite Inglés es Coach Profesional desde 2006, en coaching personal, de ejecutivos, equipos y negocios. También ejerce el coaching terapéutico apoyándose en EMDR e Hipnosis. Acreditada PCC por ICF. Mentora de ejecutivos y negocios, y Mediadoraen conflictos civiles, mercantiles, organizacionales (intra e inter) y familiares. Economista, MBA y DEA doctoral en gestión de emociones, resiliencia y Psicología Positiva. Trabaja en español, inglés e italiano.
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