Reflexiones de un coach sobre las desventajas de la formación de postgrado online. Parte 1: guía para el alumno
Hace menos de un año, tras una clase presencial para los Alumni de una renombrada y reputada escuela de negocios a la que acudo con asiduidad, charlaba yo con la directora del área.
Se manifestaba ella muy contenta por la afluencia concurrida de participantes de aquella tarde, mientras mostraba su preocupación por la escasa repercusión que estaban teniendo las sesiones, de cualquier área o idioma, que se ofrecían vía webinar (online). Incluso habiéndose inscrito, decía, luego mucha gente no se conectaba. O la grabación se quedaba durmiendo el sueño de los justos porque apenas la visionaba nadie.
La primera explicación es que, para quienes su trabajo tiene un alto componente de ordenador, la formacion online se percibe como “más de lo mismo”: permanecer pegados a la silla sin oxigenarnos. Y, lo siento, no nacimos con un ordenador bajo el brazo, es un apósito que nos han colocado después; mientras que, ancestralmente, hemos acudido a los foros públicos a escuchar discursos políticos, obras de teatro, cuentos o charlas diversas.
Los alumnos presenciales que prefieren bajarse de ese tren, es decir, no interesarse por aprender y pretender ir «de paso», acaban por descubrir que ello lleva a la desconexión, tanto con el pequeño equipo de trabajo al que les hayan asignado, como con su clase, con su grey. Les conduce al aislamiento, circunstancia ésta incómoda para cualquiera y que prefieren evitar.
La cuestión de la actitud la contrasté con otros profesores, no fuera a ser que no estuviera yo conectando con la emoción de los masterandos. Me devolvieron que parecía ser un mal endémico.
Respecto de la calidad de los ejercicios escritos de resolución de los casos, observé en parte del alumnado, en proporción significativamente mayor que en los cursos presenciales, la praxis “cubrir el expediente”, que a veces incluso significaba escribir por escribir, redactar alguna cosa con relación tangencial con el tema tratado, donde no se reflejaban los contenidos teóricos de la asignatura ni se contestaban las cuestiones planteadas en el caso de turno.
Al principio eso me sorprendía, y me sorprendía también que luego algunos alumnos se indignaran virulentamente por las calificaciones que obtenían con tales ejercicios -suspensos o cincos raspados siendo generosa, en vez de los ochos o nueves que esperaban-. Se indignaban conmigo, precisamente conocida entre alumnado y dirección académica por la abundante cantidad de notas altas que procuro dar.
A su vez, la causa de que esos profesores se comportaran como lo hacían parecía estar en los tiempos estándar que la escuela de negocios asignaba –y remuneraba- para la corrección de cada ejercicio: eran ridículos, un tercio de lo que sería necesario para proveer al alumno buen feedback sobre su trabajo.
Yo no quise repetir en la siguiente edición del máster, me escurrí de esa escuela en cuanto vi la trampa, pero otros profesores mal pagados, sobrecargados de asignaciones para ganar lo necesario con que llegar a fin de mes y necesitando ese puesto, no quieren disgustos con nadie y pueden optar por leer por encima y calificar con benevolencia. Comportamiento que no encaja con mi sistema de valores por considerar que ello contribuye a hacer un mundo peor, no mejor.
Aquí, ojo al binomio generosidad y benevolencia. Son cosas distintas. Yo para conmigo quiero generosidad que no benevolencia; otro día os hablaré de las excelencias de la una sobre la otra.
Recordaros, por último, que un par de sesiones de coaching os pueden ayudar a decidir los criterios con los que elegir el programa de postgrado más adecuado para vosotros.
El mes próximo, me pondré en la perspectiva del profesor online. Feliz mes
Maite Inglés es Coach Profesionaldesde 2006, en coaching personal, de ejecutivos, equipos y negocios. También ejerce el coaching terapéutico apoyándose en EMDR e Hipnosis. Acreditada PCC por ICF. Mentora de ejecutivos y negocios, y Mediadora en conflictos civiles, mercantiles y familiares. Economista, MBA y DEA doctoral en gestión de emociones, resiliencia y Psicología Positiva. Trabaja en español, inglés e italiano.
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