Coaching o “Tú puedes ser mi esperanza”

Coaching o “Tú puedes ser mi esperanza”

Coaching; Tú puedes ser mi esperanza
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En cursos pasados, asistí como oyente a un taller de creación para actores, autores teatrales y directores de escena que impartía el director, autor y, con el tiempo, director del Centro Dramático Nacional, Alfredo Sanzol. La experiencia fue agotadora, aunque esencial en mi formación dramática. Para mi sorpresa, también me aportó reflexiones que diluir en mi trabajo de Coaching.
 
Sanzol se mostró experto e imaginativo a la hora de trabajar en tiempo real con textos, montaje de escenas y actores.

Gestión entiempo real

Eso de gestionar material en tiempo real y con creatividad, y consiguiendo buenos y rápidos resultados además, no es un talento que todo el mundo posea; en ello encontré un agradable paralelismo con el buen Coaching.
 
De entre los ejercicios de improvisación que se hicieron esos días sobre la base de varios textos, Sanzol propuso el siguiente: todos los participantes habrían de ofrecer una esperanza a uno de ellos, cuyo personaje, sentado en el suelo, no encontraba la suya. Como tengo por costumbre, no desvelaré quiénes de los participantes eran varones y quiénes mujeres, pues no creo afecte al resultado; usaré el genérico para referirme a todos.
 
Cada actor / creador, con la mejor voluntad, fué haciendo lo mejor que supo. Unos le lanzaban al personaje alguna consigna, que éste rechazaba, pues sentía -como es natural- que no le eran propias, que no le llegaban. Otros le abrazaban, lo cual envaraba al personaje, a quien en ese momento tampoco eso le servía. Condicionada por mi profesión de Coach, me quedé esperando a que alguno hiciera alguna pregunta que pudiera orientar al personaje hacia dónde tirar. 
 

El valor de la pregunta y de la escucha

 
Nadie hizo preguntas. Supongo que muchos se quedaron con la mente en blanco. Yo percibía cómo más de uno se abrumaba con el peso de “tener que” encontrar una esperanza para el compañero, no sabían cómo empezar a hacerlo. Cosa que nos hubiera podido pasar a la mayoría, por cierto, pues resulta dificilísimo encontrar respuestas para el vecino; cada uno encuentra las suyas; con la ayuda de otros, eso sí. 
 
Fui viendo cómo ninguno de los participantes conseguía el reto. El personaje, no sé si hastiado o enfadado, fue despachándolos a todos, hasta una veintena, con displicencia, hasta con brusquedad.
 
Llegó el último. Se sentó en el suelo frente al personaje, agachó la espalda para quedar a su misma altura, y lo miró. Hasta aquí, nada nuevo, eso lo habían hecho también algunos de los anteriores. El personaje le devolvió la mirada y, como a los otros, le pidió: “Dame una esperanza”. 
 
El compañero, sereno, despacio, con tranquilidad ante la incertidumbre, le contestó: “No sé cómo hacerlo”. El personaje, entonces, destensó los hombros y volvió a mirarlo, esta vez con más atención. Esperó. El participante añadió: “Sólo puedo quedarme aquí y escucharte”. El personaje, por primera vez en todo el ejercicio, sonrió. Y, tras un silencio durante el que su rostro se fue distendiendo despacio, contestó quedo: “Tú puedes ser mi esperanza”.
 

La escucha sanadora

 
La sala quedó maravillada. Contrariamente a mi tesis, en ese primer momento no había hecho falta formular ninguna de las preguntas que yo había ido imaginando. Un “no sé cómo hacerlo, te escucho” había sido suficiente. Después, para perfilar la esperanza, habrían aparecido las preguntas, sí. Pero me quedo con la intuición de ese último participante como piedra de toque inicial.
 
Reconocer la propia ignorancia. Colocarse a la misma altura de la ignorancia del otro. Tranquilidad ante la incertidumbre, mirar ésta de frente esperando cosas buenas de ella. Humildad en asumir que no somos el oráculo, y que además nadie nos pide que lo seamos. Ofrecerse meramente a escuchar al otro y a quedarse ahí para sostenerlo.

 

Esa actitud, y no otra, es la que ayuda a desbloquear.

Esa es lo que abre la puerta a la nueva esperanza.

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Maite Inglés es Coach Profesionaldesde 2006, en coaching personal, de ejecutivos, equipos y negocios. También ejerce el coaching terapéutico apoyándose en EMDR e Hipnosis. Acreditada PCC por ICF. Mentora de ejecutivos y negocios, y Mediadora en conflictos civiles, mercantiles y familiares. Economista, MBA y DEA doctoral en gestión de emociones, resiliencia y Psicología Positiva. Trabaja en español, inglés e italiano.

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