¿Cuál es el valor supremo para el buen funcionamiento de un equipo?

¿Cuál es el valor supremo para el buen funcionamiento de un equipo?

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Desde la debacle financiera irresponsable de 2007 (dieciséis años ya), durante mucho tiempo se escuchó por activa y por pasiva que esa crisis era de confianza, y que sin confianza no se va a ningún sitio. La cuestión de la confianza se extendió desde la macroeconomía a la microeconomía, y aterrizó en la empresa mediante la creencia de que el valor supremo para el buen funcionamiento de un equipo es la confianza.

En esas estábamos cuando, en una reunión de ventas con la directora de Recursos Humanos de una gran firma de software, ella me preguntó con interés cuál consideraba yo que era el valor de índole superior de un equipo. Para su sorpresa, no me vino la confianza como valor supremo, a pesar de llevar tiempo escuchando machaconamente, como todos, esa melodía; me vino “respeto”. Tantos años después, mantengo la misma opinión.

Ya he escrito en otras ocasiones al respecto. Para refrescaros, podéis acercaros al post «Matando la creatividad y el resultado en un equipo.»

No hay confianza sin respeto

“Respeto”, para mí, es un vocablo muy amplio, abarca muchos rincones. Y me quedan cortas las acepciones que propone el diccionario de la Real Academia Española, que son: “acatamiento a alguien por miedo o cortesía”, o “miramiento, consideración, deferencia”; hasta veneración incluyen. Estas acepciones me llegan externas, de puertas para afuera; no son íntimas, de piel para adentro y desde dentro.

En mi mapa del respeto desde dentro, puede haber respeto sin confianza, pero no confianza sin respeto.

¿Y qué es respetar desde dentro?

Concepción del respeto como valor supremo

Me viene primero que respetar es no mirar a nadie como si fuésemos superiores. Cierto es que en alguna cuestión unos están más aventajados que otros, pero la cosa se contrarresta porque, casi siempre, éstos, a su vez, aventajan a los primeros en otros campos. ¿De qué, entonces, ese pedestal de superioridad desde el que algunos miran hacia abajo?

Respetar desde dentro es también no tomar decisiones que afectan a las personas sin antes contar con ellas. Y es también dejarles hacer su trabajo sin interferencias ni injerencias más allá de las interacciones que un buen liderazgo recomienda.

Respetar es practicar el ganar-ganar en las negociaciones y en las relaciones. Eso lo conseguimos cuando aceptamos -respetamos-, que el otro tiene unas necesidades tan válidas como las nuestras y decidimos que su derecho a satisfacerlas es tan legítimo como el nuestro.

Querer entender el punto de vista del otro es asimismo una muestra de respeto. Y esa propensión es tanto más inteligente cuando comprendemos que seguramente su distinta perspectiva de las cosas complementa a la nuestra y la enriquece.

Finalmente, sin duda, respetar es considerar a los demás responsables, capaces y deseosos de hacer un buen trabajo.

Respeto deriva en confianza

A la confianza se puede llegar de manera inmediata nada más conocer a una persona, pues otorgar tu confianza a priori es una decisión propia que muchos practicáis. Pero esa confianza, si se ve zarandeada, desaparecerá sin dejar rastro.

Sin embargo, cuando tú observas que tu jefe, tu colega, tu colaborador, tu cliente, tu proveedor, tu amigo, tu familiar,… te trata de la forma respetuosa en que hemos hablado más arriba, ese respeto va poniendo unos cimientos sólidos a la relación, pues te sientes valorado y en un entorno seguro. Y en esa solidez creciente es donde la confianza florece y se mantiene, para enriquecimiento de las dos partes.

Más perspectivas

Reflexionando sobre esta cuestión del respeto y hasta dónde alcanza, quise escuchar el parecer de un buen amigo, directivo de una multinacional de innovación, al que tengo por persona de criterio certero. Le hice la misma pregunta que la directora de Recursos Humanos me había hecho a mí, esto es, cuál era para él el valor supremo para el buen funcionamiento de un equipo. Se tomó su tiempo para sopesar la respuesta y optó por integridad, cualidad que, para él, consiste en “hacer lo que dices; respetar para ser respetado”.

De nuevo, el respeto. Causa de la confianza; y superior a esta.

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